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sábado, 4 de julio de 2009




El efecto pigmalión o la profecía autocumplida. Confirmar expectativas y conseguir generar un cambio de comportamiento sobre determinada persona, es la consecuencia de la famosa teoría . ¿Ocurre siempre así? Casi siempre. El sociólogo Merton en 1948 creo la teoría sociológica de la profecía autocumplida: cuando mantenemos una creencia sobre alguien o algo acabamos corroborándola.
Ovidio cuenta que Pigmalion fue un rey de Chipre, contemplaba una estatua de marfil que le pareció blanda, la moldeó según su gusto y casi podía sentir el pulso de sus venas. Pigmalión buscaba la mujer perfecta, creo la estatua y pidio a Afrodita que le insuflara la vida. Afrodita quiso premiar la tozudez e insistencia desesperada de Pigmalión en su búsqueda de la mujer que debía acompañarle el resto de su vida y convirtió a la estatua en una mujer: Galatea. Cuando Pigmalión despertó del sueño, Afrodita le dijo: mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal.

El efecto Pigmalión tiene una dramática consecuencia cuando la creencia es negativa. Repetirle a un niño que es torpe provocará que la criatura se comporte como tal, y en todo caso, infligimos un sufrimiento cuando desmerecemos al otro. La buena fe y la creencia en la bondad y en las posibilidades de quienes nos rodean pueden provocar un efecto más duradero y positivo que las leyes dictadas para hacer progresar la humanidad.

Ilustraciones: The arabian nights: their best known tales. 1909. Maxfield Parrish 1879-1926.