domingo, 13 de marzo de 2016

Manías y desastres


Los amantes, René Magritte


Yo no sé si existe, seguro  que sí, un tratado que describa y  nombre un trastorno que consiste en ver en una conducta humana un personaje literario. Según he leído por ahí, es inagotable la capacidad social-y farmacéutica-para psiquiatrizar las clásicas manías de toda la vida. Así que doy por hecho que tengo un trastorno susceptible de corregir. Pondré un ejemplo de mi detestable comportamiento.

Si mi amiga X me cuenta que sale con fulanito desde hace diez años, y que le gustaría, mejor dicho, se pirra, por  compartir nevera, fines de semana y armarios con él, pero que la cosa está un poco verde porque su zangolotino acompañante tiene miedo al compromiso, mi contestación es la siguiente: 

_Estás con un Marcher, y esa clase de individuos son pusilánimes, cobardes camuflados, de quienes no hay que esperar nada bueno, salvo disgustos y que su labia nos provoque descuelgue de comisuras, ojeras y hasta dermatitis del pañal, si me apuras.     

_Pero es tan inteligente y se siente tan culpable... tiene sus razones, sufre más que yo, mira qué te digo. 

_Pues por eso, es urgente darle esquinazo cuanto antes. Voy a traducir sus excusas. Miedo al compromiso  significa: yo estoy bien y  no  tengo intención de romper, sigamos así porque yo no necesito afianzar vínculos contigo ni con nadie. Vivir en la superficie, sin riesgo, pasión ni pérdidas, ni olvido, es su lema, como aquella canción de Sabina.       

Esta conversación, que se repite desde hace un lustro, no tiene efecto alguno sobre mi amiga porque ya está hecha a una relación seca y estéril. Se conforma con abrazar el miedo de un individuo. 

Hace poco me preguntó quién era Marcher. A estas alturas, pensé, la infeliz quiere saber quién es el referente de su enranciado novio. 



Le dejé a mi amiga el relato de Henry James, La bestia en la jungla

_Te presento a Marcher, el hombre sin atributos vitales. Y ella, la protagonista, podrías ser tú.Eres tú, la mujer que consume su existencia detrás de la ventana. Siempre a la espera de quien es incapaz de querer a nadie, del hombre que no toca el barro humano parar evitar  mancharse los zapatos. 

Pensé que la lectura de ese perfecta crónica del egoísmo y la cobardía causaría el efecto de una revelación, una especie de relato sanador que le curaría de su ceguera, pero  todo lo que dijo al devolver el libro fue:

_Se parece a nosotros como un huevo a una castaña. Desde luego, hija mía, qué poca sensibilidad tienes con las amigas.Prefiero Los puentes de Madison

La bestia en la jungla, de Henry James,  relato de dos vidas echadas a perder por seguir el impulso de huida en los asuntos del corazón, que son todos los que importan de verdad. 
También se puede leer como una fábula social, en la que un inane confina en la desgracia a sus semejantes cuando decide no involucrarse en el sufrimiento humano.        
 


         
                 

15 comentarios:

  1. Me parece que nos proyectamos en el/la "otr@" y recibimos lo que corresponde a nuestra dinámica emocional, bien sea por atracción como por repulsión. Después lo interpretamos de forma diversa, conforme a nuestra propia dinámica interna y procedemos en consecuencia.
    Se trata de un proceso tremendo cuyo trazo me parece haber perseguido a través del tiempo. Lo observo, lo contemplo, aplico el método de discernimiento que me resulte posible y continuo aterrada. Por ello, debido a tanto error propio como ajeno, con el servicio que experiencia y canas me proporcionan puedo optar por una vida lo más independiente posible tras larga experiencia en el arte del compromiso.

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    1. Sí, emejota, proyectamos en los otros porque somos autoreferenciales. Nos cuesta un horror tomar distancia de nosotros mismos. Nos equivocamos de continuo y ese error nos ayuda a ajustar el paso para no repetir, o al menos lo intentamos.
      Ser independientes, no tener deudas -sentimentales-con nadie es casi utópico, porque querer, amar, implica una pérdida de soberanía personal, pero nos gusta y necesitamos del amor.
      Es imposible vivir sin comprometernos con una persona o varias y con causas e intereses. Es el engaño del egoísta que argumenta miedo al compromiso cuando quiere decir abuso de la buena fe con promesa futura que no cumplirá.

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  2. Con EMEJOTA en su primera parte. Creo excelente la explicación.
    En el punto y seguido último, "Por ello...." he de decir que mí compromiso fue a los 23 años, y hoy con 63 no ha resultado baldío. Acertamos los dos, con nuestros carácteres, complejos y barrocos, pero hemos sabido salir de la rueda del hámster y coger una senda.
    Con respecto al compañero de tu amiga, si después de 10 años no se ha decidido, no lo hará nunca.
    Salut

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    1. Miquel, es así como dices. No lo hará nunca y es un abuso de la buena fe prometer lo que ya se sabe que no se va a cumplir.
      Hay necesidad del compromiso para vivir con dignidad. Nadie está solo, nos necesitamos los uno los otros. Pactamos con los amigos, los amores, los hijos; pactamos con nosotros mismos. No comprometerse está genial siempre que se informe a la otra parte, el engaño me parece una mala astucia propia de cobardes.

      Un abrazo

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  3. Este trastorno que consiste en identificar una conducta con un modelo o un personaje literario creo que tiene su origen en la necesidad humana de clasificar para entender, es una actitud aristotélica muy útil, si padecemos este “trastorno” creo que no debemos hacer demasiado esfuerzo por corregirnos, tampoco es tan grave.

    En cuanto a la actitud del personaje que mencionas opino que ahí hay mucho palique y charlatanería y muy poca responsabilidad. El amor suele asociarse con la asunción de un compromiso y esto, amiga mía, es algo que entra a contrapelo, que no todo el mundo está dispuesto a asumir responsabilidades y a la que pueden se zafan o te salen con pamplinas. Si el muchacho ha pasado diez años transitando entre la labia y el escapismo, más vale que sea tu amiga X la que se escape y lo deje plantado. Y ella, tras la ventana, tranquilamente podrá leer La bestia en la jungla, de Henry James o Los puentes de Madison de Robert James Waller

    Abrazos
    Francesc Cornadó

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    1. Gracias, Francesc, ya no me preocupa mi manía de entender con la ayuda de la literatura y de las categorías mentales.
      Esa dinámica, opción vital del escapismo, ha encontrado una frase cliché- talismán que la disfraza: miedo al compromiso. Cuando la oigo, me troncho y me digo a mí misma: aquí tenemos a un pobre bobo que enarbola esa solemne tontería como la bandera de la paz.
      El impulso de quien quiere a otra persona es compartir la vida, atreverse, aunque luego salga mal. H.James traza un retrato perfecto de quien despilfarra la vida aquejado del miedo a dar. La generosidad de dar es la emoción más amorosa que existe y se proyecta de tantas maneras, pero claro, exige una voluntad de vivir la experiencia a pesar de la posibilidad de perder en el intento.

      Abrazos

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  4. Pues fíjese que a mí lo que más me ha asombrado es que sea usted capaz de tener amigas que prefieren Los puentes de Madison. Jamás lo hubiera creído posible. Me costará asimilarlo. Pero claro, dicen que la amistad es ciega. Ah, no, que era el amor.

    Feliz tarde

    Bisous

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    1. Madame, si le dijera que también lee las cien manera de curar con el limón y no atina a curarse de nada, por más limón que le eche al agua.
      Ya sabe usted que las amigas hay que aceptarlas con sus delirios y defectos porque si no, ¿qué clase de amistad sería esa?

      Bisous y pase usted una buen día

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  5. De ceguera habla usted en un momento. Y es que no hay mayor ciego que el que no quiere ver. Mire es que somos corazón y razón, y a veces, cada uno va por un lado. Igual a su amiga le pasa algo de eso. Pero que eso sea malo no seré yo quien lo diga.
    Un saludo.

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  6. Dlt, no sabemos si es malo, sabemos que alguien, la amiga, es la perjudicada, pues así lo siente ella. Y por eso, creía, con ingenuidad imperdonable que la literatura, el relato de James le enseñaría que no merece la pena sufrir por una ilusión. Sigue con su venda y sus lamentos.

    Saludos

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  7. Hola.

    obras preciosas.
    Gracias por su venir siempre.

    Te deseo lo mejor.
    Saludo y un abrazo.

    Desde Japón, ruma ❃

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  8. Gracias, Ruma. Otro saludo y abrazo

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  9. Bueno, creo que no tienes ningún trastorno susceptible de revisión sino que, aparte de ser una crítica observadora del comportamiento humano, le tienes un gran cariño a tu amiga.

    Me ha divertido tu entrada que, de forma simpática y con derecho a foro, induce a la entrada de la lectura de la obra de Henry James. Muy ágil e inteligente.

    Perdona mi falta de perseverancia en esto de los blogs pero tengo que reconocer que me cuesta mucho escribir aunque suela leeros a los buenos blogueros.

    Un abrazo.

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    1. No te disculpes, la gracia es que no hay obligación.Yo tampoco soy constante con los blogs que sigo. Hace falta tiempo para leer y escribir comentarios, no siempre tenemos disponibilidad para seguir los blogs que nos gusta.

      otro abrazo

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  10. Bueno, creo que no tienes ningún trastorno susceptible de revisión sino que, aparte de ser una crítica observadora del comportamiento humano, le tienes un gran cariño a tu amiga.

    Me ha divertido tu entrada que, de forma simpática y con derecho a foro, induce a la entrada de la lectura de la obra de Henry James. Muy ágil e inteligente.

    Perdona mi falta de perseverancia en esto de los blogs pero tengo que reconocer que me cuesta mucho escribir aunque suela leeros a los buenos blogueros.

    Un abrazo.

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