miércoles, 8 de mayo de 2013

El alma del mundo




En La tentación vive arriba, de Billy  Wilder,  el marido ha enviado a mujer e hijos de vacaciones. Al principio, se las promete muy felices  en su apartamento  de soltero circunstancial.
Imagina una apasionada aventura con la vecina.  La dicha es breve porque el teléfono y los encargos se hacen cada vez más insidiosos. Hay que enviar un palo de remo  al  pueblo de veraneo para que el niño pueda salir a navegar. Punto  clave en la trama son las  fiestas en el pueblo.  El marido  inicia un desastroso acercamiento a la espléndida vecina,  Marilyn Monroe,  pero el miedo a ser descubierto y  la noticia de que también está en el mismo pueblo un amigo muy servicial, le amargan la vida. 
¡Ah, qué malo es Wilder!  La esposa está con los niños y con los amigos, uno de ellos es un seductor a quien el marido teme más que a un nublao, y mientras anda en su aventura inocente, no puede sacar de su cabeza al mocetón que entretiene a su mujer.  Está seguro:  en su mente ve la escena del pecado: sobre un carro  de heno retozan la  adúltera con el don Juan de medio pelo.  Avanzando  retrocediendo,  se repite a sí mismo en la película a propósito de los escarceos del amigo, convertido en odiosa amenaza.
 
 
 
 
 
Ese avanzando retrocediendo, latiguillo que he hecho mío, es lo que me ocurre con algunas de las lecturas que me aproximan a un conocimiento,  que confío voy a encontrar  en determinado libro, para desvanecerse en cuanto  piso las últimas páginas.
Avanzando retrocediendo,   se ha quedado  en una anécdota después de leer un texto  que recomiendo a quienes tengan ganas de saber  fuera de los cauces convencionales. Puedo decir que he avanzado después de leer  El fuego secreto de los filósofos, de  Patrick Harpur, publicado por Atalanta.
 

Escalera de Donato D' Angelo Bramante. Museos Vaticanos

El autor  se ha empecinado en abordar  el Saber humano sin prejuicios. Pretende rescatar el alma del mundo y  el inconsciente, condenado este último a habitar en las sombras. A primera vista puede parecer esotérico, sin embargo está muy lejos de la charlatanería.       
Su relato  se inicia con un análisis de las leyendas sobre seres daimónicos,  donde conviven hadas, trolls, elfos, gnomos, espíritus presentes en la naturaleza. Sigue adelante con autores que sacaron su inspiración para la  creación de su obra, gracias a una percepción muy afinada, una doble visión mística, que comparten  Platón,  san Juan de la cruz, William Blake,  el poeta sufí Rumi, Yeats, Wordsworth o Ibsen.

Harpur nos plantea una propuesta: cambiar un modo de pensar heredero del racionalismo cartesiano  por otro en el que esté presente la duda, la incertidumbre, la Sombra y, sobre todo, la imaginación y lo simbólico.  Y no es una locura, en vista de que  se está abriendo camino la teoría de las supercuerdas que habitarían un espacio-tiempo  de diez dimensiones, y en otra versión de la misma teoría ¡de veintiséis dimensiones!  Casi es más difícil  creer en las supercuerdas  y sus consecuencias  que en la existencia de espíritus.  Nos explica que la  posibilidad de que exista una versión exacta de nuestro universo no es una fantasía en la física actual.  En este segundo universo,  las   partículas idénticas  a las que, por ahora, conocemos  podrían ser capaces de interactuar con nuestro mundo.  El párrafo que sigue es parte del epílogo de El fuego sagrado de los filósofos   
"El objeto de un secreto es evocar una sensación de misterio, movilizar todas nuestras facultades y azuzar nuestro amor propio. Nos atraen con un señuelo, e incluso  nos engaña induciéndonos  a emprender una búsqueda  cuyas pruebas terribles  de otro modo nos disuadirían. Nos ponemos en camino  en busca del conocimiento y el poder ocultos que creemos que el  secreto nos conferirá, pero descubrimos  por el camino  que esas cosas son imágenes de una sabiduría y una gloria que no podíamos imaginar al principio"

En La Leyenda de la ciudad sin nombre,   Lee Marvin  pronuncia una frase que es  digna de figurar en este libro, entre otras cosas porque Harpur hace un repaso de la manía que tiene la humanidad de dividir  el mundo en dos categorías. Atentos al diálogo y a la maravillosa canción que es un himno a lo secreto, misterioso y transitorio de nuestra existencia.