miércoles, 3 de noviembre de 2010

Polen


A young girl hiding behind a muff
Pintura de Pietro Antonio Rotari, 1707-1762.



Alergia al polen, por eso voy todo el día con el pañuelo, para evitar respirar esas minúsculas partículas que irritan la mucosa de mi nariz y entristecen mis ojos. 

Aquí estoy, ya me estáis viendo, frente a la pantalla, atenta, casi sin pestañear; lo veo todo un poco borroso, y aunque me gustaría salir a la calle ni lo intento, prefiero seguir en el trabajo, tedioso y absurdo. Con la mano izquierda voy rellenando las casillas que identifican a los morosos mientras que con la derecha me tapo media cara. 

De hecho, no soy alérgica, ni siquiera estornudo, al menos  estos días, pero esa es una buena excusa para evitar parlotear con mis compañeros. Yo le llamo  la técnica Ernesto, por el pretexto que ponía el personaje de Wilde para cancelar compromisos sociales desagradables. En mi caso, soy una solitaria, una insociable que necesita trabajar, por eso me inventé una  alergia que es un mal  moderno y agradecido porque no  es contagioso, que se sepa.  Es un pretexto perfecto que me libera de participar en reuniones y comidas de trabajo. A veces me quedo afónica por culpa de los ácaros que hay en la oficina, pero eso sólo ocurre en fechas señaladas cuando  a última hora se celebra un cumpleaños o  una fiesta de jubilación.

Ahora, mientras  miro la pantalla, veo de reojo como mi jefe mueve la cabeza disgustado, claro, le fastidia mi lentitud. Respondo con un  suspiro y aprieto contra mi boca el pañuelo que huele a rosa de Bulgaria, esencia que uso para perfumarme. Desde el calendario que reposa en mi mesa, en la hoja de noviembre, una castañera ofrece un cucurucho de papel de periódico, es una oportunidad que no dejo escapar,  huyo  de mi cubículo para ocupar la  otra silla vieja, detrás del asador de castañas. 



13 comentarios:

  1. Yo empecé a combatir en unas guerras imaginarias, un día en que me aburría la clase de historia. De la clase de química que había tenido antes, saqué la fórmula de una arma secreta con la que vencía a todos mis rivales. Tu texto me ha transportado a mis últimos días del bachillerato, cuando (a falta de la alergia) buscaba estímulos para desaparecer. Esa virtud de transportarme a otras épocas la he detectado en varios de tus relatos, siempre llenos de sensibilidad. Un abrazo.

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  2. Pedro, pues sí, me he encantado muchas veces ante una imagen, la del Colacao cuando se vendía en lata, por ejemplo. Lo del arma secreta también era una de mis fantasías predilectas, sobre todo en las clases de Hacienda pública. Y no me
    preguntes por qué
    Un abrazo fuerte.

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  3. Yo, de Hacienda pública no pienso preguntarte nada, descuida. Ahora bien, sobre el Colacao y sus transgresiones, si quieres, me das tu opinión sobre la pintura de Antonio de Felipe.

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  4. Me gusta, a pesar de que a primera vista da una bofetada Kitsch, una vez superada esa fase empiezas a disfrutar con la carga humorística, irónica y socarrona de su obra.

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  5. Pico della Mirandola5/11/10 1:10 p. m.

    Asombrado estoy con sus transiciones entre realidad y ficción; crees estar en suelo firme... y de repente estás en el más allá.
    ¡En estos casos no se distinguir si estoy en la Ciudad de Dios o en la Ciudad del Hombre!.
    Seguiré su evolución, si Vd. me lo permite.
    Un gracioso saludo.

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  6. aha, ¡yo también quiero decir algo!
    Pues en el trabajo fuerzo mi mente para propiciar a mis jefes el cacareo y los picotazos de gallos en celo cada vez que me dirigen la palabra para decir alguna chorrada.
    Eso sí, siempre menos elegante que tú manejando la imaginación, querida Amaltea.

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  7. Pico, si es usted quien creo que es, poco asombro puedo causarle. Estas historias son pura bagatela en comparación con su inmortal obra.
    Le permito que me siga, pero a distancia para no asustar al personal.

    Marieta, déjales que se desplumen solos, mientras imagínate que estás en el Trift liberando las mariposas de Vladimir.

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  8. Edificios enfermos. Ácaros, legionela, compañeros, moquetas, sucias, jefes babosos, conductos de aire, capataces, en fin, lo mejor es taparse la boca.

    Salud

    Francesc Cornadó

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  9. Francesc, aunque sea rudimentario, es lo más efectivo para salir del paso mientras llegan las mascarillas.

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  10. Cuantas veces asoma el deseo de desaparecer, de ser invisible...me gusta y divierte tu idea de inventar un achaque, sobre todo cuando los síntomas son perfectos!!.

    Es siempre una delicia leerte, disfruto de tu maravillosa capacidad e inteligencia.

    Amaltea, Gracias!!!

    Un abrazo muy grande

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  11. Tati, tenemos en nosotros ese gran poder que es la imaginación, que está siempre a nuestra disposición para disfrutarla y también para aliviar las penas. Gracias Tati, es una gran alegría tenerte en este casa.

    Muchos abrazos.

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  12. Nice painting Amaltea....i like this !

    greetings, Joop

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  13. Thanks, but unfortunately its not mine !!!

    kindest regards to you.

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