viernes, 4 de diciembre de 2009

Dream a little dream



En el bar sonaba Dream a little dream of me, la voz de Mama Cass parecía el eco de su juventud. Sonrió y miró la clientela,  escasa,  que ocupaba media barra. Ninguno tenía pinta de inspector, quizás el aspirante a encarnar la actividad sancionadora era el calvo de la corbata arrugada, aunque bien pudiera ser un vendedor de aparatos de limpieza industrial.Se preguntó si la Sociedad General de Autores sabía que el dueño del bar se pasaba el día poniendo y sacando los discos de vinilo que guardaba en un bargueño junto a la entrada del lavabo. Estaba seguro de que la música del bar no pagaba el canon porque, de lo contrario, Fermín habría despotricado durante días y habría suprimido la música, que era la seña de identidad del local. Hacía cuarenta años que se inauguró el bar La Garza, nombre elegido con la pretensión de que algún día se transmutara en un local semejante a La Oca, lugar moderno situado en la plaza, antes  Calvo Sotelo, ahora Francesc Macià; desde entonces, con breves interrupciones temporales -por enfermedad- el cliente había ocupado la última mesa del bar, bebía Coca cola  mientras escuchaba las canciones que, según él,  justificaba toda su existencia. Calculaba que pasaba 600 horas al año en aquel rincón,  un día tras otro reconstruía su pasado con la misma selección musical.
-Ponme otra.
-Allá voy.
Con la bandeja de acero inoxidable llena de rallajos, como cicatrices en la pulida superficie, Pepe se acercó hasta la mesa para dejar con su temblorosa mano la botella de refresco. 
-Ya no entra una titi decente en este tugurio. Un día vas a dejar de verme el pelo para siempre. Gástate la pasta y arregla el chiringuito, joder.
A Pepe le entró la risa

-Una titi, dices, ¿y para qué? si estás peor que yo. Anda, baja de la nube. Ninguna hembra se va con  un inválido, si no es con varios billetes de por medio. Ni siquiera te han dado la licencia para que aparques gratis y quieres una mujer a tu disposición. Serás  gilipollas.
-¡Qué licencia ni que leches! No la he pedido ni la quiero, so enterao. Además, habrá alguna mujer con sensibilidad que le importen otras cosas que no sea el vil metal, claro, como tú estás que ni te aguantas de pie. Con el tembleque ese,  que no te lo cura ni la Virgen de Fátima
Please, please Mr Postman... Cantaban las Marvelettes mientras el cliente bebía ansioso medio vaso de refresco, sin resuello. Como si acabara de regresar del desierto. Cuando acabó, eructó y también desahogó la rabia:

-¡Vaya bodrio de canción!
Pepe se llevó la botella vacía.
-Pues antes era tu preferida, antes querías oírla todo el santo día. Estás muy mal, jefe, cualquier día de estos te encierran en Sant Boi.
-No lo verán tus ojos, me corto el otro brazo si veo que se me acerca un loquero.
Uno de los clientes de la barra dirigió su mirada hasta la manga izquierda caída, desmañada y hueca de quien amenazaba con dejarse  sin la mano hábil.
-Quiere bronca– Afirmó un cliente de la barra al camarero cuando pasó junto a él.
-No. Tiene un mal día, si no fuera por él, hace años habría cerrado este agujero. Es mi hermano.
El cliente de la barra salió del local tras pagar el euro cincuenta del café con leche, pensó que tanto el dueño como el hermano tullido eran un par de deshechos sociales, sin contar que el café estaba infecto. De camino al párquin, apuntó en su agenda electrónica los datos necesarios para tramitar la reclamación de las cantidades adeudadas en los últimos años por difusión ilegal de obras musicales, sin haber satisfecho la cuota a la Sociedad General de Autores, sería el último requerimiento antes de interponer demanda judicial. Con gente como ésa, el país va directo a la bancarrota, desgraciados. El tráfico de salida estaba atascado, para entretener la espera, buscó entre los cedes ordenados en la guantera, insertó la recopilación de rancheras cantadas por Luis Miguel que le había bajado su mujer por internet y cantó a voz en cuello: que seas feliz, feliz, feliz, es todo lo que pido en nuestra despedida... 

Láminas de The Birds of south america. Brabourne, 1912.

4 comentarios:

  1. ¡La SGAE da mucho de sí!
    Es que este magnifico cuento, es de un estilo "novela negra", que echa p'atras; me encantaría segunda parte en que al "carroñero de la SGAE" le pasara algo, y, si es posible, que parezca un accidente, y es que estoy harto de esta competencia tan desleal; esto ya no es "solo negocios". En nuestro mundo también tiene que aplicarse la ética.
    Un abrazo siciliano.

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  2. Amaltea, cielo, Zorro On ha vuelto a la ciudad, y ahora va a emitir un comentario a tan magnífico post:
    Retratas la vida con toda su crudeza, ah, y que ma'encantao el manco, más que su hermano y mucho más que el capullo del inspector.


    PD. Qué tienen que ver las aves del principio con todo esto? Que no pagan a la SGAE?

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  3. El Padrino,oiga ¿lo del abrazo siciliano no será con segundas?
    Pues si, es imprescindible recuperar la idea de la ética con estética; no se justifican las exacciones ridiculas y abusivas amparados en los derechos de autor, cuando en realidad van destinadas a mantener una burocracia "artística"

    Anónimo acompañado de Zorro on ¡cúanto bueno por aquí! Parece mentira, Zorro on, con lo agudo que eres, que no te hayas percatado de que la calandría está cantando como le sale de las entretelas sin atenerse a normativa alguna.

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  4. ...¡después que, ya lo ves, quedamos como amigoooos...!

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