domingo, 13 de septiembre de 2009




- De todas las escuelas de pensamiento económico, ésta es la más superlativa, te lo digo yo que he recorrido unas cuantas. Desde que recalé en la London Economics School, ya te digo. Ahora, en Harvard, estoy entre la créme de la créme y el próximo año, en  Davos, presentaré la ponencia Who's learn the classics and plays golf? 
-¿Qué? te has quedado planchao, no te lo esperabas. Pues sí, el chairman de mi seminario sobre nuevas estructuras económicas en el tercer milenio. Te lo traduzco para que lo entiendas, porque el título original está, como Dios manda, o sea en inglés- pues eso, que el chairman me ha propuesto una charla en Davos,  será la culminación de mi carrera. Es que no podía ser de otro modo, en mi formación he perseguido la excelencia desde que iba a párvulos y a mi edad, que ya voy a cumplir 44 se te hace raro ¿no?. Ya sé que parezco mucho más joven, es el golf, la vela, correr diez kilómetros diarios y las chicas siempre, a diario, je, je, je. Lo entiendes ¿no?, cumplo a rajatabla lo de corpore sano in mens sana, y no es raro que me echen treinta y pocos y que no aparente los cuarenta y cuatro castañazos que me caen ahora. A lo que iba, en Harvard solo admiten a los mejores, es así , te guste o no, y yo estoy entre ellos; mi esfuerzo me ha costado, una vida de dedicación al estudio. Sí, puedo decir que me he forjado a mí mismo y que me siento orgulloso de mi papel en este mundo. La economía y las finanzas pueden orientarse con un sentido ético, eso lo he aprendido en el seminario, y voy a practicarlo en cuanto regrese a la empresa. Todos podemos trabajar con una dimensión ética y entonces el trabajo se convierte en bien universal, en un valor de cambio. ¿Me oyes? Pero ... no a ti no te interesa la cultura ni las altas finanzas, y ¡hala! te has quedado dormido. Qué pobre desgraciado has sido siempre y lo seguirá siendo, qué poco sentido ético tienes de tu papel en el mundo. Si ya desde chaval te importaba todo una higa, y ahí están los resultado, siento decírtelo pero como estás dormido ni te vas a enterar: eres un don nadie, y por si eso no fuera suficiente, eres poco agraciado, o sea feo, y monolingüe y no tienes ni un mísero máster en MBA. ¿Qué coño de contribución vas a hacer a la humanidad? 
-Perdón, ¿decías algo?
-No.
-Me ha parecido que me preguntabas, mira, creo que ya hemos llegado, anda acércame la mochila.

-Te olvidas el libro.

-Lo dejo ahí para que alguien lo aproveche, total, yo ya lo he leído.
-¿Y de qué va?
-De chorradas, de que si quieres de verdad algo lo vas a conseguir
-¡Qué gilipollez! aquí estaría yo a mis cincuenta y ocho años en una mierda de autocar, junto a otros desgraciados, en un pueblo perdido de Francia para trabajar en la vendimia, pues no habré deseado yo vivir como Dios... no sé por qué te gastas la pasta en esas majaderías de crecepelos con letras.
-Otros se lo gastan en el Interviu.
-Pues más vistoso es el Interviu que ese libraco, a tus casi cuarenta y cuatro años Manuel, ya es hora de que te sueltes un poco, que eres un estreñío y un místico.
Los dos hombres, con sus mochilas colgando, del hombro se añadieron a la fila para bajar del autocar y dirigirse a los barracones, donde el capataz de "Vignoble des Maurins" preparaba la bienvenida.




Ilustraciones, representación egipcia de elaboración de vino.
Miniatura (c.a 1500)
Archivo de la NYPL.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado este relato; el salto entre ficción y realidad esta muy bien logrado.
    Otra cosa es sin con estos venidimiadores los caldos franceses van a salir más caros en el mercado. Mon Dieu, c'est vrai!!.
    Atentamente,

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  2. A los vendimiadores y viticultores hay que regalarles los mejores caldos, para que los disfruten y ahogen sus penas en ellos porque la pasta se la llevan otros, que, en general, no han arrancado un sarmiento en su vida.

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